lunes, 13 de septiembre de 2010

MUJER





     Un buen día mujer, el tiempo se detuvo en tus ojos para bañarse en tus pupilas y deshojar las ilusiones que dormían arrulladas en el recuerdo.






      Un buen día mujer, el deseo se detuvo en tus pechos para inyectarse en tu triste corazón y bombearse como río caudaloso, desbocado, arrastrando por tus venas y arterias el pecado de amar, para henchir tu cuerpo de nueva juventud, para transformarlo en fuente que lanza al tiempo como agua fría, como nuevo ardor.








     Un buen día mujer, el beso se detuvo en tu boca para dibujar una sonrisa coqueta que se fugó a retozar desnuda en el pétalo de una rosa cristalina. Un beso que se volvió carne, que se volvió jardín, que se vistió luego de amanecer solitario que recostado en una almohada vacía contaba momentos pintados de ternura.








      Un buen día mujer, el viento se detuvo en tus cabellos y susurró el aroma diáfano de la caricia que se enredaba en las hebras de tu cabello para beberse el dulce aroma de tu presencia.







     Un buen día mujer...







      Llegaste a mi vida en silencio, callada, con tus pasos dejando huella en el frío; llegaste casi sin llegar, con tu alegría escondida en un gabán tejido de olvido, con tu piel de porcelana descansando en la distancia.







     Y me quedé esperando tu palabra, me quedé esperando por tus dientes y tu lengua, por tu ombligo y por tus piernas, pero todo era un silencio indiferente, todo era silencio; y tus manos y tus dedos y tu sexo y tus anhelos se derramaban cual gélida soledad sobre mi espera.








     Llegaste a mi vida para matarme con la mirada, para despeñarme en el abismo de tu locura, para asfixiarme con tus suspiros. Llegando llegaste, muy en silencio, casi sin llegar y rozaste mi angustia, aprisionaste mi temor, destruiste la muralla de mi candidez. 








     Entonces, un buen día mujer, decidí detenerme también en tus ojos y bañarme en tu tristeza, para caminar los senderos que alguna vez tus ojos recorrieron, para regar con mi pasión tus ilusiones, para, alguna vez, ser recuerdo en tu piel.








     Un buen día mujer, quise detenerme en tus pechos y escalar la eternidad, quise ser corazón, quise ser río, quise quemarme en un infierno sin salida, escondido y doliente. 






Un buen día mujer, me volví beso y me detuve en tu boca y quise ser canción para explotar en rosa y en clavel, quise ser tu carne, quise ser tu sangre, quise recostarme en tu regazo y soñar tus sueños cuando quisieras amar.







     Un buen día mujer, quise ser viento y me detuve en tu aliento y aspiré tu existencia...








     Un buen día mujer quise ser tu día, quise ser tu tiempo, quise ser el papel en blanco donde escribieras con lujuria; un buen día mujer casi fui tu palabra; mas como llegaste te fuiste, callada, en silencio, casi sin irte, casi...



Juan M. Solís

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